Entrevista de Antón Castro para Heraldo de Aragón

Entrevista de Antón Castro, publicada en Heraldo de Aragón el 18 de diciembre, con motivo del Premio de las Letras Aragonesas 2010:

Fotografía de José Miguel Marco

Ángel Manuel Guinda Casales (Zaragoza, 1948) lo ha hecho casi todo en el universo de la poesía: es esencialmente poeta, lírico, social y metafísico, también es crítico, editor, traductor y profesor. Algunos de sus libros fundamentales son ‘Vida ávida’ o ‘Claustro’, que tienen mucho de ciclos poéticos, ‘Conocimiento del medio’, ‘Biografía de la muerte’, ‘Toda la luz del mundo’ o, el más reciente, ‘Poemas para los demás’, casi todos publicados por el sello Olifante, con el que colabora desde su fundación. Guinda acaba de publicar la antología ‘Yin. Poetas aragonesas, 1960-2010’, donde selecciona a 64 escritoras.

Ayer un amplio jurado, presidido por el viceconsejero de Cultura Juan José Vázquez, lo elegía Premio de las Letras Aragonesas 2010. El fallo “reconoce el valor de una obra poética importantísima dentro de la historiografía literaria aragonesa, fundada en la poesía española pero expresada con un lenguaje renovador adherido a su compromiso estético y humano”.

¿Qué supone para usted la concesión del Premio de las Letras Aragonesas 2010?
Un gran honor, una total reconciliación con mi tierra y con sus gentes desde la distancia, una enorme alegría y un riquísimo complejo energético para continuar escribiendo, es decir, viviendo y conviviendo.

¿Al obtener este premio cómo evoca su pasión por la poesía?

La poesía se me apareció una tarde de lluvia, sentado en un banco del zaragozano paseo de la Constitución cuando tenía diecisiete años y estudiaba primero de Medicina. Abandoné la carrera porque esta obsesión me impedía concentrarme en los estudios.

¿Cómo han evolucionado las constantes de su obra?

De un aspecto indagador y rupturista he pasado a una profundidad en el decir y a una mayor sencillez en cómo decirlo. La transcendencia contra lo anecdótico.

¿Qué poetas forman parte de su tradición?

Manrique, Quevedo, Bécquer, Gil de Biedma, Ángel González, Cecco Angiolieri, Teixeira de Pascoaes, Ungaretti, Quasimodo, Montale... Y, entre los aragoneses, Miguel Labordeta, Manuel Pinillos, Miguel Luesma, Ildefonso Manuel Gil y Rosendo Tello.

¿Cómo vive Aragón? ¿Cómo le ha marcado en su carrera?

Mientras residí en Zaragoza, con una actitud crítica constructiva. Desde hace 23 años, ya instalado en Madrid, cada vez con más nostalgia y necesidad de regreso a mi tierra, consciente de que la originalidad consiste en el reconocimiento de los propios orígenes.

¿Su labor como editor de poesía (Colección Puyal, revista ‘Malvís’), como crítico, como antólogo, qué le ha aportado?

El enriquecimiento de mi silencio y de mi aprendizaje con otras voces, así como el sentimiento de solidaridad con quienes escriben poesía, especialmente con los más jóvenes e inéditos.

¿Qué ha pretendido hacer con sus manifiestos ‘Poesía y subversión’ o ‘Poesía útil’?

Agitar mi conciencia, activar mi compromiso. Afianzar mi propia cosmovisión ante la palabra, la poesía y el propio poeta, el lector y nuestro tiempo: algo que desarrollé en el ensayo ‘El mundo del poeta, el poeta en el mundo’.

¿Cuál es la función actual de la poesía?

La poesía tiene muchas funciones: estética, expresiva, comunicativa, de conocimiento, catártica... Si la poesía no es capaz de transformar el mundo, debe al menos poetizarlo, espiritualizarlo, rehumanizarlo, liberarlo de la más aplastante realidad adversa.

¿Cuál es el estado de su lírica?

En mi próximo libro, ‘Espectral’, que aparecerá en enero, ahondo en las obsesiones personales, los propios fantasmas, en un intento de huir de un mundo que no me gusta y prepararme para viajar con la imaginación a otro mundo mejor.

¿Sus poemas ‘Cajas’, ‘No’, ‘Bolsas’, del libro ‘Claro interior’, encierran una oposición a la influencia de los poderosos?

Mi poesía, como mi vida, siempre ha intentado repartir la riqueza y compartir la pobreza. Sigo estando con los desheredados y con los perdedores. Los mayores vicios del momento son la avaricia y la insolidaridad.

¿Qué libros suyos le siguen acompañando o, por decirlo de otro modo, son los que salvaría de su trayectoria?

Tal vez ‘Biografía de la muerte’, ‘Toda la luz del mundo’, ‘Claro interior’ y el inédito ‘Espectral’ [aparecerá en enero en Olifante, en la colección La casa del poeta].

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