Guinda publica un nuevo poemario tras el premio de las letras aragonesas.
El poeta del fuego tenebroso.
Poesía aragonesa. Espectral. Ángel Guinda. Olifante. Papeles de Trasmoz. Zaragoza. 2011. 96 páginas.
El lector que se acerque a estos poemas en prosa que conforman 'Espectral' verá que están escritos como si estuviesen dictados por una rara inquietud vital, como si el poeta hubiese tenido una experiencia extrasensorial camino de la muerte insaciable: "¡La muerte vive, nos lanza sus arneses, nos inmoviliza!" Algo así como la certeza de que "Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que sueñan en tu filosofía", que dejó escrito Shakespeare.
También encontrará en estas páginas la despedida de un poeta que ha visto su creatividad consolidada tanto por su experiencia como por la reflexión: "Tanto desequilibrio me equilibra". Y habiendo leído otros libros suyos, pienso, que su experiencia le ha permitido conocer conciencias desconocidas y esto le ha ayudado a tener una idea más clara de la humanidad y así lo ha plasmado en estos versos que respiran, acompañados por Dante y Gimferrer, infancia, juegos y palabras evocadoras, señeras de los pueblos aragoneses y sus frutos, que como bien dice son los astros de la Tierra.
La característica de esta poesía fresca, jugosa y con enjundia radica en la fuerza y plasticidad de los enigmas y preguntas que plantea y se plantea, pues "¡Los astros no preguntan qué son ni lo que soy!"; también está el lenguaje con que aborda sus frandes temas y aquí es diferente a la mayoría de poetas, en tanto que se apoya en la sencillez, porque "Tienes los ojos lentos como un final de viaje", y ésta pergeña y captura lo inasible.
Hay una clara intenció de tratar de entender el mundo, temas como el dolor, el amor y el enamoramiento, el tiempo, la muerte citada y la ausencia son una constante en estas páginas. "Si me quedo sin palabras excavaré las sinagogas de la iluminación".
Su poesía sencilla y clara, con ecos franciscanos del 'Cantico del hermano Sol', está compuesta tanto por mensaje humanitario como por la maestría con la palabra. El lenguaje y sensibilidad van a la búsqueda de la comprensión de la existencia: "¿De dónde vengo que no lo recuerdo?", y ha logrado erigir una poesía apartada de toda corriente, con buen manejo de la metáfora, de la exactitud sensorial, sensibilidad y constante referencia hacia la naturaleza, que hacen de esta poesía un ejemplo a seguir. "¡Ser hasta desaparecer!"
Cabe apuntar que, a través de su trabajo y su compromiso por la vida encontramos en Guinda la labor de un poeta vital y pendiente del otro. Su poesía es un camino hacia la búsqueda de la esencia, explora el mundo a través del lenguaje y sobre las circunstancias cotidianas. Su poesía trasciende lo común e inmediato, su poesía es un tratar de entender la identidad y esencialidad del ser humano.
Sus poemas se basan en la experiencia y en la otra realidad circundante. Reflexiona sobre la modernidad y la cotidianidad, sobre el caos imperante. El verso es quien hace llegar esas verdades y entre susurro y murmullo se deja entrever el clima de conflicto en la que se está viviendo, la supuesta modernidad a la que hemos llegado con el control imperante: "Para encontrarnos tachamos las fronteras en los atlas. ¡Perdernos uno en el otro es nuestro viaje!"
Enrique Villagrasa. 03.02.11. Suplemento Artes & Letras de Heraldo de Aragón.
El poeta del fuego tenebroso.
Poesía aragonesa. Espectral. Ángel Guinda. Olifante. Papeles de Trasmoz. Zaragoza. 2011. 96 páginas.
El lector que se acerque a estos poemas en prosa que conforman 'Espectral' verá que están escritos como si estuviesen dictados por una rara inquietud vital, como si el poeta hubiese tenido una experiencia extrasensorial camino de la muerte insaciable: "¡La muerte vive, nos lanza sus arneses, nos inmoviliza!" Algo así como la certeza de que "Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que sueñan en tu filosofía", que dejó escrito Shakespeare.
También encontrará en estas páginas la despedida de un poeta que ha visto su creatividad consolidada tanto por su experiencia como por la reflexión: "Tanto desequilibrio me equilibra". Y habiendo leído otros libros suyos, pienso, que su experiencia le ha permitido conocer conciencias desconocidas y esto le ha ayudado a tener una idea más clara de la humanidad y así lo ha plasmado en estos versos que respiran, acompañados por Dante y Gimferrer, infancia, juegos y palabras evocadoras, señeras de los pueblos aragoneses y sus frutos, que como bien dice son los astros de la Tierra.
La característica de esta poesía fresca, jugosa y con enjundia radica en la fuerza y plasticidad de los enigmas y preguntas que plantea y se plantea, pues "¡Los astros no preguntan qué son ni lo que soy!"; también está el lenguaje con que aborda sus frandes temas y aquí es diferente a la mayoría de poetas, en tanto que se apoya en la sencillez, porque "Tienes los ojos lentos como un final de viaje", y ésta pergeña y captura lo inasible.
Hay una clara intenció de tratar de entender el mundo, temas como el dolor, el amor y el enamoramiento, el tiempo, la muerte citada y la ausencia son una constante en estas páginas. "Si me quedo sin palabras excavaré las sinagogas de la iluminación".
Su poesía sencilla y clara, con ecos franciscanos del 'Cantico del hermano Sol', está compuesta tanto por mensaje humanitario como por la maestría con la palabra. El lenguaje y sensibilidad van a la búsqueda de la comprensión de la existencia: "¿De dónde vengo que no lo recuerdo?", y ha logrado erigir una poesía apartada de toda corriente, con buen manejo de la metáfora, de la exactitud sensorial, sensibilidad y constante referencia hacia la naturaleza, que hacen de esta poesía un ejemplo a seguir. "¡Ser hasta desaparecer!"
Cabe apuntar que, a través de su trabajo y su compromiso por la vida encontramos en Guinda la labor de un poeta vital y pendiente del otro. Su poesía es un camino hacia la búsqueda de la esencia, explora el mundo a través del lenguaje y sobre las circunstancias cotidianas. Su poesía trasciende lo común e inmediato, su poesía es un tratar de entender la identidad y esencialidad del ser humano.
Sus poemas se basan en la experiencia y en la otra realidad circundante. Reflexiona sobre la modernidad y la cotidianidad, sobre el caos imperante. El verso es quien hace llegar esas verdades y entre susurro y murmullo se deja entrever el clima de conflicto en la que se está viviendo, la supuesta modernidad a la que hemos llegado con el control imperante: "Para encontrarnos tachamos las fronteras en los atlas. ¡Perdernos uno en el otro es nuestro viaje!"
Enrique Villagrasa. 03.02.11. Suplemento Artes & Letras de Heraldo de Aragón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario