Octavio Gómez Milián reseña 'Los deslumbramientos seguido de Recapitulaciones'

El escritor Octavio Gómez Milián publica en su blog Al oeste nos encontrarás una reseña del nuevo poemario de Ángel Guinda, Los deslumbramientos seguido de Recapitulaciones. Se puede leer en este enlace y a continuación:


La foto con la que se abre el libro es un poema más, un poema visual, un Guinda atemporal, delgado y elegante, su corbata como una declaración de intenciones, se adivina bermellón en el blanco y negro. Abre Los deslumbramientos salvaje y sin domar, con los dientes poseídos después de morder la vida: “¡Aunque sea sobre agua escribe fuego!”. Guinda, la insólita luz, el existir insolente, el espejo frente a las variaciones de Guillermo Carnero. El libro de Guinda incide sobre los temas que llevan obsesionando al poeta toda la vida, escribir de la muerte como inevitable gasolina trucada de nuestra existencia, el mañana trufado de inquietud “La noche se descuelga/como un cuadro frío sin enmarcar”, la oscuridad y la sed, la sed como un apetito incontrolable: “Bebo una copa de infinito”.Guinda es un poeta que ha jugado en sus últimos libros con la palabra, como si de un alquimista se tratara, encontrando en su interior la manera de trasmutarlas pero dejando imágenes poderosas salpicando sus versos: “(los dedos del sol no se cortan las uñas)”. Avispas, gatos, gorriones y quimeras, también la cabeza como lecho final de las miserias, las glorias, la cabeza como continente de la locura, es Ángel Guinda un hombre que se ahoga por respirar con voracidad, como si al hacerlo quisiera atrapar recuerdos y momentos (“y el aire, ebrio, grita con herventar de tiempo").La electricidad de Guinda no se ha terminado, solamente el metal por el que circula es más puro, la chispa es breve, pero intensa. El camino conocido, que no transitado: son Recapitulaciones, la segunda parte del texto, una serie de poemas que se acercan a la salmodia, al Cohen de La energía de los esclavos o el Bousoño de Las monedas contra la losa, son un mensaje sí mismo en 2020, una recapitulación penúltima: “Lo que dicen los muertos repica en el calvario de los muertos”, un poeta que siempre ha sido joven menos cuando lo era de verdad: “Cuando sonó el sol vi lágrimas de hielo en las yemas de mis dedos”, un poeta que siempre ha peleado con el muerto que lo habita, un poeta inmortal.

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